Centro Médico Verdu

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Centro de Reconocimientos Médicos en Zaragoza

viernes, 6 de marzo de 2015

Mi hijo tiene miedo a la oscuridad... y no puede dormir solo.

El miedo a la oscuridad es algo a lo que casi todos los niños se han tenido que enfrentar de un modo u otro. Pero en ocasiones, hay niños que sufren especialmente terror a quedarse solos en una habitación a oscuras. Intentando calmarles, los papás y mamás suelen echarse junto a ellos y quedarse dormidos en las pequeñas camas el resto de la noche.
El irse a la cama es un momento del día que todo niño intenta retrasar. La “diversión” y actividad del día ha terminado y toca dormir y descansar. El niño quiere seguir jugando y acaba pidiendo unos minutos más de televisión, cenar más lento, una vez en la cama pedir diferentes cosas, etc. Si además añadimos una posible fobia a la oscuridad, la hora de acostar a los niños puede convertirse en una propia pesadilla para los padres. Los ruidos extraños, figuras ambiguas en la habitación, el “monstruo” de debajo de la cama o del armario, la soledad... son aspectos que pueden asustar al niño. Lo que vamos a intentar es que el niño asocie su habitación (tanto de día como de noche) a cosas agradables y placenteras, para que, incluso en la oscuridad, disfruten de un momento con el papá o mamá, por ejemplo.
Si es el caso de tu hijo o hija, atención a las pautas que nuestra psicóloga te da para un manejo adecuado.




Aquí van unas pequeñas pautas para abordar el miedo a la oscuridad:

LUZ
Sabemos que para poder conciliar el sueño el nivel de luminosidad del ambiente debe de ser adecuado para ello. Como el niño es reticente a quedarse solo con la oscuridad, podemos jugar con elementos externos como una lamparita infantil de luz tenue, estrellas fluorescentes en el techo o incluso dejar la puerta de la habitación entornada. Es recomendable ir retirando este tipo de ayudas muy poco a poco hasta su completa eliminación. Dotar al niño de una linterna puede ser muy útil.
RUIDO
El nivel de ruido de una casa por la noche suele disminuir en cuanto al día, pero nunca completamente. Son estos pequeños “ruidos cotidianos” como el ronquido de papá, el movimiento de trastos en la cocina, un motor de coche... los que calman al niño. Los ruidos fuertes e inesperados volverán a activarle e impedirán dormir. Una canción o nana cantada con voz suave y en voz baja ayuda al niño a que cierre los ojos.

LA RUTINA PARA ACOSTARSE
Esta rutina de la que vamos a hablar ahora también es recomendable para una buena higiene del sueño en el adulto (hablaremos en otra entrada del sueño adulto) y el hecho de seguirla ayuda a que el niño la aprenda igualmente. Conviene que el niño adquiera una pauta del sueño igual en todos los días ya que esto proporciona seguridad y a largo plazo hábitos de sueño saludables. ¿A qué nos referimos con una rutina? Lo ideal es que realicen el proceso de “irse a dormir” siempre en el mismo orden y a una misma hora aproximada. Por ejemplo: baño, cena, lavarse los dientes, ponerse el pijama, 15 minutos de televisión, ya en la cama 10 minutos de leer un cuento. Esta práctica rutinaria persigue relajar al niño, por ello, antes de acostarse se desaconsejan juegos movidos y excitantes, así como bebidas con gas o que contengan cafeína.

CUENTOS Y JUEGOS
A la hora del cuento, es importante que tengamos en cuenta el tono de voz en el que contamos la historia. Es verdad que en el momento de máxima emoción (por ejemplo, cuando Spiderman atrapa al villano) solemos aumentar nuestro tono de voz y pegamos un bote de emoción junto al niño. Recordemos que el objetivo es que la activación del niño sea baja y propicia para que le entre el sueño, de modo que, a pesar de llegar momentos emocionantes del cuento, deberemos mantener un tono tranquilo.
Si preferimos juegos, podemos hacer cosquillas de manera suave en los brazos, la espalda, la cabeza... o juegos relajantes en la imaginación (“imagina que estás en la piscina con papá...”) e incluso jugar a las sombras chinescas con una linterna. Estas cosas las dejamos a la imaginación de cada uno.

LLEGA EL MOMENTO DE IRNOS...
Parece que en cuanto hacemos un pequeño movimiento para irnos, todo lo conseguido anteriormente no ha servido para nada porque ya están suplicando que nos quedemos a su lado. Es importante mantenerse firmes y serenos, porque si no, ya saben que la noche acabará de la misma manera que antes. Puede hacer una retirada progresiva: sentándose una noche en su cama; otra noche en una silla; otra noche junto a la puerta... No olvidemos encender la lamparita o la guía de luz (aunque nuestros hijos no se olvidarán de recordárnoslo).
Normalmente, esta etapa desaparece con el paso del tiempo y con estas pautas que os hemos dado. Sin embargo, un pequeño porcentaje de niños sigue manteniendo este miedo y según la afectación en su día a día (no descansa y no rinde en clase, irritabilidad, evita ir a su habitación incluso para jugar, etc.) necesita una pequeña ayuda de un profesional.

Si crees que este es el caso de tu hijo o hija, llámanos y consulta tu situación con nuestra Psicóloga Infantil.

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